En la escritura, cada una de las palabras y oraciones tienen un sentido, un significado, una intención. Es como el cuerpo humano: ninguno de sus órganos sobra; quizá unos tengan funciones mucho más visibles o de mayor peso, pero todos participan para mantener con vida al individuo.
Lo mismo ocurre con los elementos de la escritura, y uno esencial que le permite «movilidad» es el acento diacrítico. ¿Por qué «movilidad»? Porque gracias a este tipo de acento el mensaje no se queda «estancado», se evitan confusiones o malas interpretaciones en lo que se quiere transmitir y se consigue entablar una conversación.
A grandes rasgos, el acento ortográfico es el más común y conocido por todos: es la rayita oblicua [´] que indica la sílaba con tilde que debe ser pronunciada de una forma diferente a las otras sílabas. Por ejemplo: página, acción, fácil. El prosódico, en cambio, es el tipo de acento que no se marca con ninguna tilde, pero que sí indica dónde recae el acento en una palabra al pronunciarla: edificio —recae en la i—, reloj —recae en la o.
En esta categoría entran las palabras monosílabas, que por regla sabemos que no se tildan.
En cuanto al acento diacrítico —también llamado tilde diacrítica—, podríamos decir que es la clave que nos permite decodificar correctamente el sentido de lo que se expresa; es decir, este tipo de acento sirve para diferenciar aquellas palabras que se escriben de la misma forma, pero que tienen significados distintos.
Para entender a qué nos referimos, en el siguiente cuadro hay varios ejemplos de su uso y función:
Casos especiales
• Pronombres demostrativos: se acentúan cuando sustituyen al nombre o cosa mencionada, pero cuando lo tienen inmediato no es necesario: Este periódico es de hoy; éste, de ayer. ―Eso, esto y aquello nunca se acentúan porque no tienen contraparte.
• Sólo y solo: se acentúa cuando es un adverbio y equivale a «únicamente»; no se acentúa cuando es un adjetivo ―de soledad―: Enrique vino solo al café… vino sólo para hacer las paces contigo.
Nota:
A partir de la nueva edición de la Ortografía de la lengua española se recomendó no acentuar los pronombres demostrativos —éste, ésta, aquél, ése, etcétera— ni tampoco el adverbio sólo. Sin embargo, no es una regla que deba utilizarse a fuerza sino a criterio de cada quien. Por ello, en Algarabía decidimos continuar utilizando el acento diacrítico en estos casos.
Texto publicado en Algarabía 125.
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