Podríamos decir que en términos generales a todos nos interesa usar nuestra lengua con propiedad. No obstante, a veces tengo la impresión de que la mayoría de las personas está más preocupada por los errores de los demás que por los propios.
El mensaje subliminal sería: «Si quieres liberarte de la culpa que te causa tu propia ignorancia lingüística y sentir que por fin haces algo por tu sacrosanta lengua española, dedícate a corregir el lenguaje de los demás, no importa si reparas en nimiedades o si hablas sin bases».
De este modo, los hablantes suelen recibir las reprimendas de los policías lingüísticos, quienes a veces dan cátedras como las siguientes:
Hablante: «Señorita, por favor tráigame un vaso de agua.»
Policía lingüístico: «¿Vaso de agua? Dirás: Vaso con agua. Ni modo que el vaso esté hecho de agua.»
Comentario: en cuanto al empleo de la preposición bastará con dar una ojeada a los usos de la preposición de para confirmar que esta partícula no sólo designa la materia de que está hecha una cosa, sino también el contenido de algo. Por lo tanto, vaso de agua está perfectamente bien dicho.
Hablante: «Venía por unos papeles.»
Policía: «¿Venía o viene?»
Comentario: el copretérito venía, empleado en vez del presente vengo, tiene en nuestro país una función muy clara: moderar el rigor de las peticiones. José Moreno de Alba en su obra Valores de las formas verbales en el español de México1 José Moreno de Alba, Valores de las formas verbales en el español de México, México: UNAM, 1978. registra el «copretérito de cortesía» con valor de presente y expresa que es un uso que «sin duda se puede calificar de frecuente en el español coloquial mexicano».
Hablante: «El evento se llevará a cabo en la sala Chopin.»
Policía: «Un evento es un suceso imprevisto, casual, ocasional, algo que puede suceder o no. Por lo tanto, no puedes emplear el término evento para referirte a algo que se ha programado con antelación.»
Comentario: a partir de la vigésima segunda edición el Diccionario de la Lengua Española ya registra una nueva acepción de evento: «suceso importante y programado, de índole social, académica, artística o deportiva.»
Hablante: «Es una mujer sofisticada.»
Policía: «Deberías saber que sofisticado proviene de sofisma. Por lo tanto, estás diciendo que ella es una mujer falsa.»
Comentario: en el diccionario académico ya citado, el adjetivo sofisticado tiene entre sus acepciones la de «elegante, refinado».2 Sobre la evolución de la palabra sofisticado, -da ver: Antonio Alatorre, Los 1001 años de la lengua española, México: F.C.E., 1993. p. 314. Hay que recordar que la lengua está en constante transformación y que con el tiempo las palabras no sólo pueden cambiar de forma sino también de sentido.
Hablante: «No te preocupes. Ya lo agendé.»
Policía: «El verbo agendar no está en el diccionario. Por lo tanto no debes emplearlo. Puedes, en su lugar, decir calendarizar o programar.»
Comentario: ni calendarizar ni programar responden al sentido de agendar, el cual parece expresar que el compromiso es seguro porque se ha anotado en la agenda —además, el verbo agendar sí aparece en el Diccionario de Americanismos.
El que una palabra no esté en un diccionario no significa precisamente que no deba emplearse. Si es necesaria para expresar un concepto que ninguna otra palabra ofrece, los hablantes la seguirán usando y es muy probable que, con el tiempo, el diccionario acabe incluyéndola.
Hablante: «Cóbrese la cuenta, joven.»
Policía: «Definitivamente no sabes hablar bien español. Ni modo que el mesero se cobre la cuenta a sí mismo.»
Comentario: la partícula se no sólo funciona como pronombre reflexivo; tiene muchos otros sentidos. Uno de ellos, según estudios recientes,3 Para mayor información sobre el tema, consultar: Ricardo Maldonado, A media voz, problemas conceptuales del clítico se, México: UNAM, 1999, y Cristina Sánchez López, Las construcciones con se, Madrid: Visor libros, 2002. es el de indicar que la acción se ha realizado de manera completa o con mayor involucramiento, como cuando decimos: «Se tomó su medicina», en vez de «Tomó su medicina» o «Me desayuné unos huevos rancheros», en vez de «Desayuné unos huevos rancheros». Este matiz resulta imprescindible en muchas construcciones imperativas, como la del ejemplo presentado, ¿o acaso sería natural decir: «Cobre la cuenta, joven»?
Por todo lo expuesto, llego a la misma conclusión que Antonio Hass4 Antonio Hass, «No me defiendas, compadre», Excélsior, 5 de agosto de 1987. cuando decía que primero habría que defender al idioma de sus defensores. De esto modo, aconsejo precaución. Está visto que muchos policías lingüísticos andan sueltos por ahí.
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