—¡muahahahaHAHAHA!—
El pasado de esta letra es tan, pero tan requetetán oscuro, que se pierde en la oscuridad de los tiempos. Y ni hablemos de su presente, porque hoy resulta que su lugar en el abecedario oscila entre el octavo y noveno lugar, pero como es muy calladita ni se queja ni le importa; ella sabe quién es y para qué sirve. Que se peleen los que no tienen nada qué hacer, como los académicos y los lingüistas.
Un poco de historia
Cuenta la leyenda que, hace muchísimos años, antes del español, existió un idioma llamado latín. En esta lengua la letra u tenía sonido de vocal, pero también de consonante; así podía sonar volare /uolar/ o veco /ueko/. Para evitar confusiones se comenzó a usar la bonita hache cuando las palabras comenzaban con las combinación de vocales ue como en hueso y huérfano. Así pues, se evitó el error de leer /bueso/ y /buérfano/. Y este uso se extendió hacia los diptongos ia, ie, ue y ui.
¡Guajú! Tenemos nuestra primera regla para utilizar la letra h correctamente:
Cuando las palabras empiecen con los diptongos mencionados:
hiato hielo hiena huerto hueso huir huipil
Pero son tantos los lugares donde se cuela la hache, que mencionaré sólo un par más y dejaremos para otra entrega las demás.
La más fácil de todas es usar hache en todas las conjugaciones y formas de los verbos hacer y haber, hallar, hablar, habitar.
Haremos, hago
Hay, habrá
Hallamos, hallaron
Hablan, hablador
Habitación, habitante
Para la próxima entrega hablaremos de la horripilante mutación de la doctora F en la temible señora H, y de los fósiles de la H encontrados en palabras que, al parecer, no tienen explicación alguna.