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Glosario de nuahuatlismos I

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¿Cuándo fue la última vez que el más mitotero de tus cuates te invitó a su chante o a cenar pozole, chilaquiles y un mezcalito? ¿O sólo lo necesitabas como achichincle, tameme o, peor aún, pilmama?

Mientras haces memoria de tan «feliz» ocasión, te presentamos la primera de dos partes de un glosario básico de los nahuatlismos que se escuchan con mayor frecuencia en el español del altiplano de México. Para facilitar la pronunciación de los términos nahuas, recuerda que la x suena como «sh» —por ejemplo, mexcalli = «meshcali»—, que la doble ele no es como la ll del español, sino como una ele larga —atolli = «atol-li»— y que todas las palabras se acentúan en la penúltima sílaba.

Alimentos

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Atole [atolli]. Bebida hecha a base de harina de maíz desleída en agua o leche. Quiso darme atole con el dedo, pero no le creí nada.

Chilaquiles [chillaquílitl]. Platillo a base de tortillas de maíz despedazadas, fritas y remojadas en salsa de chile; cosa rota o maltratada. Traes tu cuaderno hecho un chilaquil.

Chocolate [chocólatl]. Alimento a base de cacao molido, endulzado y aromatizado. Este chocolate oaxaqueño está exquisito.

Esquite [izquíatl]. Guiso de granos de elote cocidos con chile, epazote y limón. Deme dos esquites con mayonesa, para llevar.

Guacamole [ahuacamulli]. Aderezo de aguacate con chile. El plato fuerte es milanesa con guacamole.

Guachimole [huaximolli]. Guisado hecho con chile, semillas de guaje molidas y carne de cerdo. El guachimole que hace mi abuela está para chuparse los dedos.

Mezcal [mexcalli]. Trozos cocidos del corazón del maguey que se consumen como golosina; bebida alcohólica que se obtiene por destilación del jugo del maguey. Para todo mal, mezcal; para todo bien, también.

Mole [molli]. Salsa espesa y condimentada; su color varía según los ingredientes; exclamación equivalente a «golpe que saca sangre». Me hizo enojar, y, ¡moles!, que me lo descuento.

Pinole [pinolli]. Harina de maíz tostada, endulzada y aromatizada con canela. El que tiene más saliva traga más pinole.

Pozol [pozólatl]. Bebida refrescante hecha a base de maíz y cacao molidos, muy popular en el sureste de México y Centroamérica. Con este calor, se antoja un pozol bien frío.

Pozole [pozólatl]. Guiso de maíz cocido con carne de cerdo. Mi favorito es el pozole estilo Guerrero.

Taco [tlaco]. Tortilla de maíz sobre la que se coloca una porción de alimento y que luego se enrolla. Tengo hambre: sólo me comí un taco.

Tamal [tamalli]. Porción de masa envuelta en hojas de maíz o de plátano y cocida al vapor. Hay tamales de chile, de dulce y de manteca.

Tequila [del topónimo Tequila, «donde se trabaja»]. Bebida alcohólica destilada y fermentada, obtenida del jugo de corazones de agave cocidos. Con un tequila, si no me curo, se me olvida.

Tlacoyo [tlacóyotl]. Tortilla gruesa de masa de maíz, a la que se le pone algún relleno antes de cocerla. Deme un tlacoyo sin grasa, porque estoy a dieta.

Totopo [totopóchtic]. Tortilla de maíz cortada en pedazos y frita o tostada. Comes tan lento que empiezas con chilaquiles y acabas con totopos.

Animales

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Acocil [acocilin]. Especie de camarón de agua dulce. De botana, hay acociles con limón.

Ajolote [axolotl]. Anfibio comestible nativo de los cuerpos de agua del sur de la ciudad de México. Estate quieto, pareces ajolote.

Cenzontle [centzontli]. Ave que puede imitar los trinos de otros pájaros. ¿Es un ruiseñor? No, es un cenzontle.

Cócono [cocone]. Guajolote, en algunas regiones del altiplano central. Hoy nacieron más coconitos.

Coyote [cóyotl]. Cánido parecido al lobo; intermediario. Un coyote quiso cobrarme mil pesos por el trámite.

Chachalaca [chachalaca]. Ave que se caracteriza por su ruidoso gorjeo. ¡Cállate, chachalaca!

Chapulín [chapulin]. Variedad comestible de saltamontes. Este niño brinca como chapulín.

Guajolote [huexólotl]. Ave americana doméstica comestible; pavo; persona no muy inteligente. No seas guajolote, ponte listo.

Mapache [mapachín]. Mamífero conocido también como «osito lavador», por su habilidad para manipular objetos; ladrón, por las manchas en forma de antifaz de aquellos animales. En estas elecciones hubo mapaches en varias casillas.

Ocelote [océlotl]. Felino representativo de una de las dos órdenes militares mexicas. El ocelote está en peligro de extinción.

Pinacate [pinácatl]. Escarabajo pequeño, negro y que despide mal olor. Fuchi, huele a pinacate.

Quetzal [quetzalli]. Ave de intenso color verde, cuyas largas plumas eran sumamente apreciadas por la realeza mexica. El penacho de Moctezuma está hecho con plumas de quetzal.

Tecolote [tecólotl]. Búho, ave nocturna. Cuando el tecolote canta, el indio muere.

Totol [totolin]. Otro nombre para el guajolote. Estoy criando un totol para matarlo en Navidad.

Tlacuache [tlacuatzin]. Marsupial americano, famoso por su habilidad para hacerse el muerto. Hay quince especies de tlacuaches en América.

Xoloescuintle [xoloi(t)zcuintli]. Variedad de perro doméstico comestible, grisáceo y sin pelo. Me vendieron un xoloescuintle en dos mil pesos.

Zopilote [tzopílotl]. Ave carroñera. Todavía ni se muere y allí anda ya la familia, rondando como zopilotes.

Plantas

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Achiote [achíotl]. Arbusto de cuyos frutos se obtiene un condimento natural rojo anaranjado. Ponle más achiote a la cochinita pibil.

Aguacate [ahuácatl]. Árbol de sabroso fruto cuyas hojas se usan como condimento; testículo. Quiero plantar un aguacate.

Ahuehuete [ahuéhuetl]. Variedad americana de ciprés. En el bosque de Chapultepec hay muchos ahuehuetes.

Cacahuate [cacáhuatl]. Semilla oleaginosa. La piñata tiene caca, tiene caca… cacahuates de a montón.

Cacao [cacáhuatl]. Granos con que se elabora el chocolate. Esa crema humectante tiene manteca de cacao.

Camote [camotli]. Tubérculo comestible. Ora sí, a tragar camote.

Capulín [capulín]. Fruto pequeño, negro y redondo del árbol del mismo nombre. Tienes ojitos de capulín.

Cempasúchil [cempoaxóchitl]. Flor amarilla parecida al clavel, ofrenda tradicional del Día de Muertos. Estos cempasúchiles ya están muy marchitos.

Cuitlacoche / huitlacoche [cuitlacochin]. Hongo comestible que ataca las mazorcas de maíz tiernas. Hay quesadillas de papa, cuitlacoche y queso.

Chayote [chayutli]. Especie de fruto cubierto de espinas; soborno. A los periodistas les dieron su chayote para que modificaran la noticia.

Chía [chía]. Semilla comestible, de la que también se extrae aceite. Se me antojó un agua de limón con chía.

Chicle [tzictli]. Goma de mascar. Inténtalo, a ver si es chicle y pega.

Chicozapote [chicotzápotl]. Fruta americana. Me comí una nieve de chicozapote en Coyoacán.

Chile [chilli]. Pimiento picante; pene. Este chile piquín no pica nada.

Ejote [éxotl]. Vaina verde del frijol. Otra vez troné como ejote en matemáticas.

Elote [élotl]. Mazorcas de maíz tiernas. Te preparé un pastel de elote.

Epazote [epázotl]. Hierba 
de olor; eufemismo por «mariguana». Los frijoles de la olla saben mejor con epazote.

Esperamos que esta lista te ayude a ganar a la hora de jugar basta.


Lenguaje tuitero

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Las redes sociales han generado su propio vocabulario
 y éste se ha propagado rápidamente entre sus usuarios. Cada una tiene denominaciones determinadas por el medio y su creador. En principio, dichas denominaciones tienden a ser extrañas y desconocidas para muchos, sobre todo en un primer acercamiento; y más si se trata de términos en otras lenguas.

Sin embargo ahora, siendo usuario o no de estos «instrumentos» de la tecnología, nadie se salva de oír estas palabras que poco a poco forman parte de nuestra cotidianidad.

Por ello mostramos este breve «vocabulario» en el que se reúnen algunos de los términos que más se usan en Twitter, esperando que sea útil para los novatos, los renuentes y los despistados.

+1. Para pedir el apoyo en un tuit e indicar que es importante, se usa +1. Se pueden agregar ceros conforme el 
apoyo crezca +100. Ej.: +1 RT Reparen los baches de Constituyentes.

Avatar. Imagen de perfil del usuarios. Ilustración o fotografía que representa a la cuenta. Ej.: Estás bien guapo de tu avatar.

Bot. Apócope de robot. Programa que envía tuits, simulando el comportamiento humano. Se usan sobre todo para «aumentar» la resonancia de un tema y simular ser muy influyente. También llamado «el mercado negro de Twitter». Ej.: El 75% de los «seguidores» de @EPN son bots.

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Demear. Adaptación derivada de las siglas DM. —Direct Message—. Mandar mensajes directos a otro usuario. Ej.: Me sobra un boleto, si lo quieres deméame para ponernos de acuerdo.

#FF. Abreviatura de follow friday. Este término se utiliza para recomendar a otros que sigan una determinada cuenta. Como su nombre lo indica, es un hashtag que se usa los viernes.

FA. Abreviatura de follow always. Esta abreviatura también se emplea para recomendar a tus seguidores que le den follow a una cuenta, pero a diferencia de la anterior, se puede usar en cualquier momento.

Fav. Abreviatura del anglicismo favorite. Marca que se utiliza para señalar un tuit como «favorito». Ej.: Sabes que te quieren ligar porque le dan fav a todos tus tuits.

Favear. De fav, abreviatura del anglicismo favorite. Acción de dar un fav. Ej.: Todo mundo lo favea y eso que escribe puras tonterías.

Fologüear. Del anglicismo follow. «Seguir» las publicaciones de algún usuario. Ej.: Me gusta lo que escribe, lo voy a fologüear.

Fologüer. De follower, ‘seguidor’. Usuario que sigue las publicaciones de otro. Ej.: No sé por qué Slim tiene tantos fologüers si no ha publicado un solo tuit.

Gomisear. De Gomís.1 Cuenta la leyenda que este término se hizo famoso porque Héctor Suárez Gomís —@gomisgomisgomis— solía hacerlo con frecuencia. En sentido estricto es un epónimo, es decir, el término lleva el nombre de su «creador». Retuitear de forma consecuente varios tuits de un usuario para hacerlo ganar seguidores. Promocionar. Intercambiar seguidores. Ej.: Leo, luego gomiseo.

Hashtag. «Etiqueta de almohadilla». Etiqueta indicada con el caracter /#/, se usa para crear temas y opinar sobre TT, así como para filtrar y promover contenido. Se abrevia mediante las siglas HT. Ej.: Luis se la pasa poniéndole hashtag a cada palabra que publica y ni así lo pelan.

s13-lengua-HT

Mención. Etiquetar a un usuario en un tuit para hacerle un comentario, recomendarlo o aclarar que se está hablando de él. Ej.: Mariela se la pasa mencionando a su noviecito en sus tuits. Qué hueva.

MT. Son las siglas de modificar tuit. Se usa para indicar que un tuit será retuiteado, pero que se le realizó alguna modificación, por lo regular ortográfica.

NSFW. Abreviatura de not safe for work —no recomendado para el trabajo—. Estas siglas advierten que no es buena idea abrir el contenido de un tuit en el trabajo —o la escuela—, ya que puede tener imágenes o sonidos. Ej.: Si quieres ver chicas súper sexys, da clic aquí NSFW www.chicasexy.com

Poetuit / poetuitero. Usuario que intenta ser profundo y termina siendo cursi. Ej.: @ominosa se siente poeta, pero no pasa de ser poetuitera.

Reply. ‘Responder’, contestar un tuit con otro tuit. Ej.: Le eché una indirecta a Juan, y sí me dio reply, pero ni lo pelé.

Resonancia. Se refiere al alcance que tiene un tuit, es decir, el número de personas que lo leen y le dan fav o retuit. Si se utiliza un hashtag y el tuit tiene muchos RT’s, ese hashtag se puede convertir en un trending topic.

Retuit. Del prefijo re- ‘volver a’ y tuit. Tuit que se ha vuelto a compartir desde el TL de otro usuario. Se abrevia como RT. Ej.: ¿Qué onda con los retuits de Pedro? Hasta parece bot.

Retuitear. De re- y tuit. Compartir el tuit de otro usuario en el TL personal. Ej.: Roberto siempre retuitea todas sus menciones. Le voy a dar unfollow.

Seguir. Dar follow. «Dar seguimiento» a los tuits de un usuario. Suscribirse a las publicaciones. Ej.: Ese wey me sigue en Twitter, pero jamás me favea nada.

Selfie. Este término aplica para todo el Internet, es un autorretrato. Por supuesto no como los que hacían los grandes pintores como Van Gogh, es más bien una fotografía tomada por uno mismo con un celular, para subirla a las redes sociales. Ej. La cantidad de sexo que tienes es inversamente proporcional a la cantidad de selfies que te sacas.

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Stalker. ‘Acechante’. Persona que acecha o espía a otra por medio de las redes. Ej.: Oye, ¿y ya no has sabido nada de tu stalker?

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Stalkear. Del anglicismo stalk, ‘acechar’. Espiar, acosar. Ej.: Te la pasas stalkeando al pobre tipo. Déjalo en paz.

TL. Siglas de Timeline, ‘línea del tiempo’. Cronología. Barra en donde se muestran los tuits de los usuarios a los que se sigue o los propios. Ej.: Mi TL está lleno de puro trol.

Trol. También troll. Usuario que ataca a otros con comentarios negativos y hostiles.
 Ej.: Maldito trol, se la pasa chingue y chingue.

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Trolear. Molestar a otro usuario con comentarios ofensivos, burlones o que simplemente le llevan la contraria. Ej.: Vamos a trolearlo, se lo merece.

TT. Abreviatura de Trending Topic, ‘tema del momento’. Tema popular entre los usuarios de Twitter. Suele identificarse mediante un hashtag. Ej.: Lo de #YoSoyDeLosQue ya dejó de ser TT.

Tuit. Adaptación del anglicismo tweet. Publicación de
 140 caracteres en la que se expresa alguna emoción, pensamiento, noticia o idea. Ej.: Mónica te menciona en sus tuits, ¿qué onda con ella?

Tuitear. De tuit y el sufijo -ear. Escribir y mandar tuits. Ej.: ¡Ya, Carlos, deja de tuitear fotos de tu comida!

Tuitero. De tuit y -ero. Persona que hace uso de tuiter, que tuitea. Ej.: ¿Conoces a Margarito? Es un tuitero famoso.

Tuitstar. De tuit y star, ‘estrella’. Tuitero con muchos seguidores o alta resonancia. Ej.: Se siente tuitstar y ni a bot llega.

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Unfollow. Dar unfollow: dejar de seguir una cuenta. Ej. Le di unfollow porque sólo tuiteaba canciones, qué flojera.

Usuario. Calco del anglicismo user. Usuario de Twitter. Nombre que aparece después de la /@/. Ej.: Sigue a la revista, su usuario es @algarabia.

Vía. Para indicar el origen de un tuit
 o de la información que se tuitea se escribe vía antes de la cuenta de donde proviene. Ej.: Me encantó este artículo http://algarabia.com/desde-la-redaccion/funeral-de-hachiko/ vía @algarabia

¿Qué entiende usted por «flamenco»?

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En español, «ponerse flamenco» significa enojarse, ponerse bravo. «Que un tío se puso muy chulo», dirá un español, mientras que un mexicano del norte quizá diga «un vato se puso muy salsa». También se llama flamencos a unos pájaros rosados de grandes picos y largos cuellos, una especie de garzas que suelen pararse en una de sus patas flacas, el Phoenicopterus ruber roseus, para ser exactos.

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Además, el flamenco también es una lengua —o como se le llama al holandés que se habla en la región de Flandes—, y, desde luego, dentro del barroco hay una corriente artística conocida como flamenco, la cual, como su nombre lo indica, procede de Flandes —hoy Bélgica— y, aunque incluye escultura y arquitectura, los grandes maestros del flamenco fueron pintores.

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El epicentro de este estilo fue Amberes y comenzó a gestarse con Brueghel el Viejo en la primera mitad del siglo xvi; su época de esplendor fue durante el siglo xvii, con van Dyck, Teniers, Jordaens, Brueghel el Joven y Rubens —famoso por sus regordetas modelos desnudas, retratadas en cuadros como Las tres gracias o El rapto de las hijas de Leucipo—. Y, por si todo esto fuera poco, la palabra flamenco tiene un sentido más: el cante flamenco o cante jondo.

¿Por qué tan flamenco?

Pero, ¿por qué sus artífices se dicen flamencos si no cantan en un dialecto del holandés, no vienen de Flandes ni se paran en una pata como Ian Anderson, el flautista de Jethro Tull? Pues bien, resulta que el territorio conocido como Flandes pasó a formar parte del imperio español en el siglo xvi y esto originó un intercambio cultural entre ambas regiones.

Un ejemplo de este ir y venir fueron los extraordinarios cantantes de los Países Bajos que en aquellos años actuaron en las catedrales españolas y que impresionaron tanto a los peninsulares que la palabra flamenco empezó a usarse para designar a cualquier cantador notable, ya fuese cristiano, morisco o gitano; otra teoría apunta a que el uso de esta palabra deriva de la asociación del color rosado de las aves con el tono de la piel de los extranjeros de Alemania, Flandes o Hungría. También se dice que la palabra hispano-árabe fellahmengu —algo así como «campesino desterrado»— fue la que dio origen a la palabra flamenco.

La que me ha lavao el pañuelo / fue una gitana mora, / mora de la morería. / Me lo lavó en agua fría, / me lo tendió en el romero / y le canté por bulerías / mientras se me secó el pañuelo. Camarón de la Isla

El cante jondo —mejor sería llamarlo así—, a pesar de llamarse flamenco, no viene de Flandes, sino de España, particularmente de Andalucía. No tiene una fecha de cumpleaños ni nació un buen día, sino que se fue gestando durante siglos, desde que navegantes fenicios y griegos llegaron a las costas andaluzas. Auténtica encrucijada de civilizaciones, España ha visto pasar por su suelo a romanos, visigodos, árabes, africanos, judíos y gitanos, y estos últimos fueron quienes acabaron de darle forma al flamenco.

El primer nombre que se menciona en la historia de este género musical y dancístico es el de Abulhasam Alí Ben Nafí, mejor conocido como Ziryab, gran músico de la Córdoba musulmana de Abderramán ii, allá por el siglo ix. Mil cien años después, Paco de Lucía, uno de los más grandes guitarristas flamencos de todos los tiempos, llamará Zyryab a uno de sus discos como un homenaje al maestro. Si tomamos a Ziryab y a De Lucía como los extremos de esta historia, entre ellos hay una gran cantidad de acontecimientos y personajes.

De la Edad Media hasta hoy

En el siglo xiii, 
mientras en la
 España cristiana 
el rey Alfonso x
 «El Sabio» escribía
 sus Cantigas, en la España
 musulmana surgían las composiciones mozárabes conocidas como moaxaja, jarchya y zéjel.1 La moaxaja —del árabe muwashshah, que significa «adornado con un cinturón de doble vuelta»— es una composición poética culta propia de la España musulmana; su novedad radica en tres aspectos: el uso de versos cortos, las rimas cambiantes en cada estrofa y la mezcla de dos lenguas; la jarchya —o jarcha— está compuesta en dialecto hispanoárabe —o mozárabe— y constituye la parte final de la moaxaja; el zéjel fue, en principio, un género poético de la poesía mozárabe, formado por un estribillo y una mudanza que incluye un verso de vuelta. Después, tras la rendición de Granada y la 
inmigración gitana, el romancero
 español inspiraría los romanceros morisco y gitano; sin embargo, la estructura melódica y estilística de lo que hoy conocemos como flamenco no se dará sino hasta el siglo xvii. A estas alturas ya existían los principales ritmos —o palos— flamencos: la siguiriya, la soleá, los tangos, los fandangos,
 los cantes libres, las cantiñas, las bulerías y las saetas.

Sin embargo, no habían trascendido más allá de las tabernas y las ventas. Como Cádiz era el puerto adonde llegaban las cosas
 y las gentes del Nuevo Mundo, no podía faltar la aportación americana al flamenco, los llamados cantes de ida y vuelta: la guajira, la milonga, la vidalita, la colombiana y la rumba.

Dicen que duermes sola, / mientes como hay Dios, / porque de noche con el pensamiento / dormimos los dos. Manuel Molina

Para el siglo xix, el flamenco pasó de las tabernas a los llamados «cafés cantantes» —de los que quizá el más nombrado haya sido el famoso Café de Chinitas, en Málaga—, y el cantaor sevillano Silverio Franconetti se convirtió en la primera figura de una ya copiosa generación de cantaores y cantaoras —porque el flamenco siempre ha sido un arte para hombres y mujeres por igual—.

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De los cafés cantantes, el flamenco pasó a los teatros y fue visto por mucha más gente; sin embargo, esta difusión obró en contra del cante jondo, que estuvo cerca de desaparecer cuando un sector de la sociedad española no vio con buenos ojos a los gitanos
 y sobrevino una época de antiflamenquismo; incluso escritores de la generación del 98 como Pío Baroja, Azorín y Eugenio Noel se manifestaron en contra del flamenco porque encontraban escandalosa y afeminada la danza de los bailaores.

No fue sino hasta principios del siglo xx que esta percepción empezó a cambiar, gracias a que Manuel de Falla, Federico García Lorca y otros artistas, escritores e intelectuales granadinos celebraron el Concurso de Cante Jondo de Granada y encabezaron un movimiento reivindicador del flamenco.

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En los años 20, el cante jondo cambiaría de escenario una vez más y pasaría a los tablaos, que persisten hasta el día de hoy. Comienzan también las primeras grabaciones y, con ellas, se da a conocer una multitud de artistas. De esta época es el sevillano Manolo Caracol, quien pertenece a la dinastía de los Ortega de Cádiz, una familia de toreros y flamencos cuyo primer miembro, el tatarabuelo de Manolo, vivió a fines del siglo xviii y fue conocido como «El Planeta». En 1922, a los 13 años, Manolo ganaría el célebre Concurso de Cante Jondo de Granada.

La saeta, fruto flamenco de temporada

Entre los diversos estilos, cantes o palos de la baraja flamenca, existe uno que, a diferencia de todos los otros, solamente puede presenciarse en vivo durante cierta época del año: se trata de la saeta. Si conoces «La Saeta», de Joan Manuel Serrat, pues por ahí va la cosa.

Solamente en marzo o abril, durante las procesiones de Semana Santa, los cantaores o cantaoras entonan esta especie de siguiriyas dedicadas a Cristo o a la Virgen, desde los balcones o en las calles mismas. Expresión pura de fervor gitano, la saeta se entona sin acompañamiento alguno y es originaria de Jerez de La Frontera. Desde luego existen discos de saetas, pero uno que merece distinción es el álbum Sketches of Spain, de Miles Davis, en el que no hubo ningún cantaor, sino que la saeta es entonada nada menos que por su prodigiosa trompeta.

«La Saeta», de Joan Manuel Serrat:

Para conocer más sobre la historia del flamenco, consulta Algarabía 54.

Encuesta sobre la lengua

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Pilar Montes de Oca solicita su participación para responder esta encuesta sobre la lengua.

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Fuera del diccionario. La comprensión de la lectura

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Al despuntar el atribulado siglo xx, un empeñoso investigador estadounidense, Herbert Eugene Bolton, se lanzó tras las huellas de uno de los mayores colonizadores y conquistadores de la frontera norte de la Nueva España, el sacerdote jesuita Eusebio Francisco Kino.

En 1907, sus pesquisas se vieron recompensadas con un hallazgo notable: el extenso manuscrito autobiográfico, largamente perdido, que conocemos como Favores celestiales —Con más tiempo que nosotros, Kino lo tituló Favores celestiales de Jesús y de María Santísima y del gloriosíssimo apóstol de las Yndias San Francisco Xavier, experimentados en las nuevas conquistas y nuevas conversiones del nuevo reino de la Nueva Navarra, desta América septentrional yncógnitas y passo por tierra a la Californía, en 35 grados de altura, con su nuevo mapa cosmográfico de estas nuevas y dilatadas tierras, que hasta aora havian sido yncógnitas dedicados a la real magestad de Felipo v, mui católico rey y gran monarca de las Españas y de las Yndias. Treinta años después, apareció Rim of Christendom, la monumental obra de Bolton acerca del misionero.

Puedo dar fe de que durante esos 30 años Bolton trabajó con seriedad, precisión y diligencia ejemplares, en los archivos de ambos lados del Atlántico y a campo traviesa, sobre las rutas de Kino, porque conozco su obra con cierto detalle.
Durante quince años trabajé en su traducción, y espero que aparezca pronto la versión en castellano, Confines de la cristiandad.

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Parecen muchos quince años para las menos de 800 páginas del libro, pero debo decir que la mayor parte de ese tiempo se consumió en localizar los escritos de Kino y de sus contemporáneos, aprovechados ampliamente por Bolton y casi siempre compuestos en español. Gracias al auxilio de Gabriel Gómez Padilla, que en aquel tiempo era jesuita —y a quien debo toda esta aventura, pues fue él quien me invitó a ocuparme de la traducción—, finalmente pude reunir todos los documentos, y hubo muchos pasajes 
donde pude rectificar y ampliar las citas, tan libres como abundantes, que Bolton utilizó para construir su obra. Estoy seguro de que, de haber vivido entonces, Bolton habría aprobado estos retoques. Incluido el que aquí interesa.

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Me refiero a una sección titulada en inglés «Quicksilver 
and Blond Women», que ocupa las páginas 371 a 375 de 
la edición de 1960 que utilicé para traducir. Contra lo que parecía obvio, no convertí este título en «Rubias y azogue», sino en «Azogue y hombres blancos». Ya veremos el porqué.

¿Güeros o güeras?

Bolton cuenta allí cómo Kino, en 1697, durante una entrada que hizo en compañía de los capitanes Cristóbal Bernal y
 Juan Mateo Manje, encontró en una ranchería de los pimas sobaípuris que él llamó San Andrés, en las márgenes del río Gila, a un indio «todo pintado de embije —escribió Manje—, muy encarnado, que parecía bermellón o almagre finísimo». De inmediato Manje, que tenía sus estudios y había leído a Agrícola, vio en esto un indicio de mercurio, metal tan raro1 Solamente tres minas de azogue explotaban entonces los españoles, en Almadén, Huancabelica y Carintia. como necesario para el beneficio de la plata.

El temor a los apaches disuadió a los expedicionarios, que eran pocos, de ir adelante en busca de la mina. Pero no les impidió conocer otra historia que traían los naturales: de vez en cuando llegaban al río Colorado unos hombres blancos a caballo. ¡Atención!

Según Bolton, Bernal anotó en su diario: «También dijo dicho indio que vienen unos hombres blancos a caballo en sillas
 y con sus güeras —“blond women”, escribe Bolton—, y que éstos dan guerras a la gente de más adentro, y preguntándole que qué tan blancos eran los dichos hombres, dijo, señalando a Juan Xermán, que de aquel blanco y pelo eran».

Lo de las güeras naturalmente llamó la atención de Bolton, quien consignó el siguiente comentario: «Este relato dio a la tropa de qué hablar en los días siguientes, pues en México, aun hoy en día, la aparición de una rubia conmociona a todos los miembros del sexo masculino». Lo que, curiosamente, 
no llamó la atención de Bolton es que en ningún lugar, 
nunca, ningún otro estudioso hubiera reparado en las güeras; tampoco que Manje, ni Bernal, ni Kino —se conservan los diarios que los tres llevaron de esta expedición— se mostraran interesados en averiguar nada acerca de estas mujeres.

La explicación llegó en cuanto tuve a la vista el texto de Bernal. Bolton leyó mal; entendió mal. Don Cristóbal Bernal no escribió güeras, con g, sino qüeras con q. Así el sentido del texto es perfecto y no tiene por qué sorprender a nadie: «unos hombres blancos a caballo en sillas y con sus qüeras»; esto es, con las armaduras de cuero que protegían a los caballos. Es fácil comprender que el comentario de Bolton sobre la manera en que los mexicanos las prefieren rubias haya quedado fuera de la traducción. Lástima. A mí me seducían más las misteriosas güeras.

El tropezón de Bolton, sin embargo, me fascina porque
nos coloca de lleno en el meollo de la comunicación: en 
el misterio de lo que significa comprender un texto o, simplemente, comprender. El problema no es la sustitución de una letra o de una palabra por otra. El problema es por qué Bolton dio por buena esa lectura equivocada; por qué Bolton no puso en duda una noticia que la falta de otros comentarios volvía tan extraña.

Lectura y comprensión

Resulta que, para bien o para mal, no leemos solamente con el diccionario. No es el significado aislado de las palabras 
lo que embaraza o propicia nuestras posibilidades de comprensión. Es la sociedad de las palabras lo que tiene sentido y lo que decide el significado de cada una de ellas. Leemos con toda nuestra historia, nuestra experiencia, nuestra información, nuestras lagunas, nuestras manías a cuestas; cargamos de sentido y de significado el texto —eso es comprender— con los prejuicios, los deseos y el humor del día.2 David Elkind, siguiendo a Piaget, sostiene que las palabras, escritas o habladas, reciben significado del lector o del oyente, «que las interpreta según su acervo de conocimientos. La riqueza de significado que obtenga de la lectura dependerá tanto de la calidad del texto como de la amplitud y profundidad de su entendimiento conceptual». Leemos —comprendemos; sin comprensión no hay lectura3 Dice Goodman que «la búsqueda de significado es la característica más importante del proceso de lectura. [...] El significado es construido mientras leemos, pero también es reconstruido. [...] A lo largo de la lectura de un texto, e incluso luego, el lector está continuamente reevaluando el significado y reconstruyéndolo en la medida en que obtiene nuevas percepciones».— fuera del diccionario.

Podemos leer —comprender— mal, como lo hizo Bolton. Comprender no significa necesariamente comprender bien. Nadie puede decir que Bolton no entendió el texto de Bernal: lo entendió mal, y eso es diferente a no haberlo entendido.

No entender; verse obligado a simular la lectura sin comprender el texto que se sigue es la razón más importante para que cualquiera rehúya el trato con los libros. Mucho tiene que ver en esto el vicio de suponer que la descodificación de los signos y la comprensión del texto son dos tareas separadas.

En general, las escuelas prestan mayor atención a lo primero, porque puede medirse con facilidad: se dedican a vigilar la velocidad de lectura y los defectos de pronunciación, y se olvidan de que lo de veras importante es encontrar un sentido a la lectura.

Solamente si se aprende a cargar de significado un texto, y
 si hay un interés genuino en hacerlo, podrá alguien hacerse lector, podrá alguien emprender la carrera de lector —una carrera que nadie puede jactarse de haber completado, y que, por lo mismo, es siempre un tanto heroica —cito nuevamente a Goodman: «Aprender a leer implica el desarrollo de estrategias para obtener sentido del texto. [...] Esto solamente puede ocurrir si los lectores principiantes están respondiendo a textos significativos que son interesantes y tienen sentido para ellos».

A eso es a lo que llamo aquí comprensión: a la capacidad de cargar de sentido un texto. Capacidad que por supuesto es variable de un lector a otro, y es variable también, para un mismo lector, de una lectura a otra. Estoy definiendo, pues, la comprensión de la lectura como la capacidad de atribuir un significado o un sentido al texto —y a cualquier otra cosa: así leemos una pintura, una película, un programa de televisión, nuestras relaciones personales; así leemos el mundo.

Que es el lector quien atribuye el significado al texto puede fácilmente comprobarse. Escribamos io en el pizarrón
 frente al grupo —da lo mismo la edad de los alumnos—; todos leerán diez. Agreguemos r para formar rio, y todos leerán río. Es virtualmente imposible, mientras estemos con hispanohablantes, que alguien desde un principio lea io en lugar de diez porque, a esos signos, que son los mismos, difícilmente se les atribuirá un significado que no tiene sentido.

Texto publicado en Algarabía 62. Consulta la segunda parte en Algarabía 63.

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Los orígenes de la lengua

Taquitos de lengua I

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En la sección «Taquitos de lengua» te presentaremos información interesante sobre el lenguaje, como el significado de frases coloquiales, el origen de diversos nombres y apellidos y otras curiosidades.

Los orígenes del lenguaje humano

Los orígenes del lenguaje se han venido estudiando desde hace mucho tiempo a través de varias disciplinas como la genética, la neuroanatomía, la psicología, la antropología, entre otras.

El psicolingüista Derek Bickerton fue el primero en proponer la idea de una protolengua que pudo haber precedido al lenguaje existente hoy en día; esta protolengua puede observarse, según él, en las lenguas pidgin, las primeras palabras de los niños, los símbolos utilizados por los chimpancés especialmente entrenados y 
las expresiones carentes de sintaxis que
 se encuentran en niños que no aprenden 
a hablar a la edad normal.

El lenguaje
 humano tiene que ver con la configuración 
de la faringe, donde se encuentran la cuerdas vocales que contribuyen a la fonación; se
 considera que estos cambios se produjeron desde que éramos homínidos, es decir, antes de la evolución humana.


La lengua de todos los días

Dos, tres. Expresión utilizada para decir que algo no nos parece ni bueno ni malo, sino regular.

—¿Qué tal estuvo la obra?

—Pues… dos, tres.

Nombre del mes

Cristóbal
Proviene del griego Χριστoφóρος, Christophoros, significa ‘el que lleva a Cristo’. tiene su origen en la leyenda de San Cristóbal, un gigante que cargó al niño Jesús para cruzar un río.

Su forma en inglés es Christopher, en italiano Cristóforo y en danés Christoffer. Debido a su destacado hallazgo en 1492, Cristóbal Colón es el personaje histórico más reconocido en el mundo con dicho nombre.

El romanceamiento del mes
Latín – ruptiare > ruptiar 
> ropciar > rotzar > rozar – español

La lengua fresca

Link. Se refiere a un hipervínculo que direcciona a algún sitio web. O bien, puede ser el elemento de un documento electrónico que conecta a alguna sección dentro del mismo al dar clic sobre él.

Categoría gramatical: sustantivo

Tipo de neologismo: anglicismo

Uso: da clic en el link y entrarás a la página que quieres.


De estos y otros lares

Chongo. Se refiere al peinado que reúne el cabello hacia arriba y al centro de la cabeza, cuando se amarra, forma una especie de dona. También se utiliza para designar un postre típico mexicano.

—Te ves «preciosa» peinada con ese chongo.

—Mi tía Ceci me da chongos zamoranos cada vez que la visito.

En Colombia este término se usa para hacer alusión a una persona distraída, de atención muy dispersa.

—Has estado muy chongo toda la tarde, ¿qué te pasa?

No te pierdas las cápsulas de «Taquitos de lengua» los lunes y los viernes en Algarabía TV

Top 10: Lenguas con menos hablantes

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La lengua es un organismo vital que cumple con diferentes funciones de interacción, como proporcionar a los individuos valores y creencias que puedan compartirse en determinado orden social.

Sin embargo, el tiempo impone la dinámica con que las lenguas se modifican, algunas se combinan, se reconstruyen y evolucionan en su vocabulario; otras desaparecen. El futuro es incierto para los idiomas y sus parlantes nativos. De acuerdo con la unesco, en la actualidad hay unas 6 mil 800 lenguas en el planeta, de las cuales, la mitad son habladas por comunidades menores a 2 mil 500 personas.

Para sobrevivir en el tiempo las lenguas necesitan por lo menos 100 mil hablantes, pero su extinción es propiciada también por la desigualdad que enfrentan distintas culturas del planeta, obligadas a abandonar su idioma y por tanto, sentenciadas al mismo destino.

El lingüista Peter Ladefoged1 Lingüista e Investigador de la American Association for the Advancement of Science. asegura que el 40% de las lenguas desaparecerán para fines de este siglo, así que de las casi 7 mil que se cuentan ahora, sólo la mitad perdurarán.

A continuación te presentamos las diez lenguas con menos hablantes en el mundo.

10.- Urarina (shimaku, itukali o arucuaya)

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Es una lengua autóctona de la Amazonia peruana, empleada por menos de 3 mil personas que habitan el pueblo de Urarinas en la Provincia de Loreto. En dicha zona del Perú existe un programa de educación bilingüe que no ha podido implementarse porque no hay maestros nativos que conozcan dicha lengua, por lo que casi toda su enseñanza se transmite en español.

9.- Halkomelem

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Dentro de las lenguas salishanas o amerindias que se hablan al suroeste de Canadá, cerca de la costa del Pacífico y al noroeste de ee.uu., la lengua Halkomelem es empleada por menos de 500 personas que viven en la Columbia Británica.

8.- Boni (af-boon)

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Esta lengua está relacionada el somalí, aunque no es igual. Es hablada por aproximadamente 200 personas de la tribu Boni que habitan en Kenia, cerca de la frontera con Somalia. Aunque el grupo étnico consta de poco más de 5 mil miembros, la mayoría de estos han reemplazado su lengua autóctona por el somalí o el swahili.

7.- Chemehuevi

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La tribu Chemehuevi sobrevive actualmente en el oeste medio de ee.uu., aunque se tiene registro que desde 2007 sólo 30 personas son capaces de hablar con fluidez este lenguaje. Según los expertos, el origen de esta lengua se relaciona con la civilización azteca que habitaba en la Gran Tenochtitlan.

6.- Tofa (tofalar o karagas)

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En un principio fue hablada por un grupo nómada cercano a la zona septentrional de Rusia. Derivada del turco, esta lengua permitía la interacción entre los aborígenes que poblaron Siberia, pero ahora, no más de 25 personas la conocen debido a que muchos grupos étnicos de esta zona han preferido adoptar el idioma ruso.

5.- Ongota (birale o biraile)

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Esta lengua, procedente de Etiopía, tiene sólo seis hablantes nativos. En 2008 se confirmó el declive que sufría entre los habitantes de esa zona, quienes han adoptado otro tipo de lenguas afroasiáticas que se hablan en ese país, como el somalí o la hadiyya.

4.- Liki (moar)

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En Indonesia existe una gran variedad de lenguas que utilizan sus hablantes para comunicarse. No obstante, sólo hay cinco personas que continúan hablando el idioma liki.

3.- Njerep

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Sólo cuatro miembros de la tribu Mambila hablan esta lengua procedente de Camerún y Nigeria, en África; los demás integrantes prefieren comunicarse con otro tipo de dialectos que se derivan de la lengua njerap.

2.- Lemerig

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Esta lengua es originaria de la República de Vanuatu, una isla que se sitúa al sur del Océano Pacífico, próximo al este de Australia. Según un estudio que realizó la unesco en el 2008, sólo dos personas en esta isla pueden hablar esta lengua con fluidez, por lo que se considera casi extinta.

1.- Tanema

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Desde el 2012 se tiene registro de que sólo una persona habla esta lengua que ya se consideraba extinta. Proviene de las Islas Salomón, en Oceanía, concretamente de la Isla de Vanikoro, y su desaparición se debe a que sus hablantes reemplazaron esta lengua por el idioma autóctono de dicha isla: el teanu.


Las lenguas pidgins

Palabras prestadas de lenguas indígenas

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En el programa de hoy, Pilar Montes de Oca estará acompaña por un invitado muy especial: Iván León Javier, miembro del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (inali). Juntos nos hablarán sobre palabras prestadas de lenguas indígenas.


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Las canciones que escucharemos durante el programa son:
– «Saudade», de Julieta Venegas y Otto
– «Deja vu», de Gustavo Cerati
– «Karma police», de Radiohead
– «Just a gigolo», de Village People

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El yiddish, una lengua portátil

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A pesar de que después de la ii Guerra Mundial pareció que esta lengua llegaría a su final —por la muerte de un gran número de judíos durante el Holocausto—, la cultura y el lenguaje siguieron vigentes en grupos dispersos por todo el mundo, entre ellos México, que lo conservaron como lenguaje. Es por ello que esta lengua es reconocida y estudiada en grupos académicos no judíos.

La historia de la diáspora del pueblo 
judío ha ocasionado que, a diferencia 
de la mayor parte de los lenguajes —que 
son hablados por los residentes de un área específica o por miembros de una nacionalidad particular—, el yiddish sea la lengua de millones de judíos de diversas nacionalidades en todo el mundo. ¿Cómo sucedió esto?

Desarrollo histórico

A principios del siglo x, los judíos de Francia y del 
norte de Italia se establecieron en tierras alemanas —alrededor del río Rhin— y formaron grandes comunidades. Los habitantes de aquella región hablaban alemán, mientras que los nuevos residentes usaban un dialecto judeofrancés llamado laaz. Los grupos locales incorporaron en el lenguaje germano expresiones del laaz, además de otras expresiones de las Escrituras Rabínicas; de esta manera nació una versión modificada del alemán medieval, que pasó de ser un dialecto germano a un lenguaje formal con elementos del hebreo y del arameo, así como de lenguas eslavas y romances. El aislamiento que caracterizó a las comunidades judías después de las Cruzadas, contribuyó a la mutación del alemán que, finalmente, se convirtió en el yiddish.

En el siglo xiii, los judíos del Rhin emigraron hacia 
el Este, escapando de las persecuciones, y así el yiddish llegó al resto de Alemania, Polonia y otros países del Este. Ya para el siglo xvi, Europa oriental, en especial Polonia, se había convertido en el centro del judaísmo mundial, y el yiddish, largamente expuesto a las lenguas eslavas prevalentes en el Este europeo, pasó de ser un dialecto germánico a una lengua formal que se escribía usando caracteres hebreos. Esto propició una franca división entre los judíos del Este, que vivían en países eslavos, y los judíos del Oeste, que radicaban en Francia y Alemania.

Después del siglo xviii, el yiddish occidental empezó a declinar debido a los movimientos de Emancipación,1 La Emancipación fue el proceso gradual —entre el siglo XVIII y el inicio del siglo XX— interno y externo que permitió a los judíos en Europa gozar formalmente de igualdad ante la ley, y de todos los derechos de ciudadanía. durante los cuales los judíos de Alemania y Francia lo consideraron como «el idioma de la gente inculta, de los pueblos pequeños». Por tanto, empezaron a asistir a universidades y otras instituciones de educación superior a aprender el idioma del país, dejando de lado al yiddish. En el este de Europa, por el contrario, la lengua se convirtió en la más utilizada por los judíos, lo que provocó que se secularizara, y que la cultura judía floreciera.

La época de oro

A partir de 1800 aparecieron grandes
 escritores en yiddish, reconocidos
 en la literatura universal, como 
I. L. Peretz, Mendele Mojer Sforim y
 Sholem Aleichem, autor de Fiddler on the
 Roof —El violinista en el tejado—, quienes también se desarrollaron en el teatro, la poesía y las diversas ramas de la cultura judía, y cuya influencia ha perdurado hasta la fecha.

Éstos fueron los antecedentes de otros grandes literatos que posteriormente se dieron a conocer en Europa, los ee.uu., Canadá, México y Argentina; entre ellos destacó el escritor Bashevis Singer, nacido en Rusia y nacionalizado estadounidense, quien, al recibir el Premio Nobel de Literatura en 1973, pronunció su discurso en yiddish ante la Academia Sueca.

A mediados del siglo xx, los doce millones de judíos que hablaban yiddish se redujeron a la mitad como consecuencia del Holocausto y la represión de los judíos soviéticos durante el régimen de Stalin, quien hizo ilegal el aprendizaje de cualquier manifestación de la cultura judía y prohibió el uso del yiddish en escuelas, teatros y periódicos.

Por fortuna, en casi todo el continente americano los judíos emigrantes de Europa fundaron escuelas para niños en las que el yiddish era una parte importante del programa académico —aunque a últimas fechas se ha privilegiado el hebreo, que es el idioma del Estado de Israel—. En la actualidad hay un resurgimiento del idioma —existen incluso universidades en las que se imparte el yiddish— y es posible encontrar grupos ashkenazitas que lo hablan en España, los ee.uu., Argentina, Israel y México.

Maldiciones en yiddish

El yiddish, como toda lengua, no sólo es un código, sino que representa toda una cultura, en la que maldecir es cosa de todos los días. Porque maldecir no consiste sólo en lanzar un buen improperio, sino en que la palabra dicha y la palabra escrita causen el impacto debido.

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Las maldiciones son importantes. Casi todas se dicen en tercera persona, porque así se estila, y además se resta su efecto. Son tan importantes como los exorcismos, las invocaciones y las plegarias. Aquí van, pues, algunas de estas hermosísimas maldiciones.

Es zoln im vaksn tsibeles in pupik. 
Que le crezcan cebollitas en el ombligo.

Men zol im tsuklepn tsu der vant vi a luaj un iedn tog, fun im opraisn a shtik. 
Que lo peguen contra la pared como a un almanaque y que cada día le arranquen un pedazo.

Vifl ior er iz gueganguen oif di fis zol er guein oif di hent, un di iberike zol er zij sharn oifn hintn. 
Que tantos años como anduvo sobre los pies, ande con las manos, y que el resto de su vida se arrastre sobre el trasero.

Megulgl zol er vern in a henglaijter: baitog zol er henguen un bainajt zol er brenen. 
Que se transforme en una lámpara: que cuelgue de día y arda de noche.

Kain shum ain-hore zol im nit oismaidn. Que ningún mal de ojo lo eluda.

Got zol im helfn vi a toitn der El mole rájamin. 
Que Dios lo ayude como el responso a un muerto.

Raij zol er zain, der eintsiguer fun der gantser mishpoje. Que sea muy rico, pero el único rico de toda su 
familia.

Ale tsein zoln bai im araisfaln, nor einer zol im blaibn, oif tseinveitog. 
Que se le caigan todos los dientes menos uno, y que ése sea el que le duela.

Er zol hobn Pare’s makes bashotn mit Jov’s kretsn. 
Que tenga las plagas del Faraón matizadas con las 
pústulas de Job.

Got zol oif im onshikn a nar un er zol fum im nit kenen poter vern. 
Que Dios le mande un tonto y que no pueda sacárselo de encima nunca.

Er zol hobn bai zain toier tsuei struzhn; einer zol aroisloifn shraiendik: «A docter! A docter!», un der tsveiter zol im nojloifn: «Tzu shpet! Men darf shoin nit!». 
Que tenga ante sus puertas dos porteros; que uno salga gritando: «¡Un médico! ¡Un médico!», y que el otro lo siga: «¡Demasiado tarde! ¡Ya no hace falta!». 


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Got zol oif im onshikn fun di tsen makes, di beste. Que Dios le envíe, de las diez plagas, la mejor.

A grois guesheft zol er hobn ful mit sjoire, vos er hot zol men bai im nit fregn un vos men fregt zol er nit hobn. 
Que tenga un negocio enorme, repleto de mercancías, y que no le pidan nada de lo que tenga, ni tenga nada de lo que le pidan.

Er zol hobn a baisenish vu er ken zyj nit kratsn. 
Que tenga un escozor donde no pueda rascarse.

Hundert haizer zol er hobn, in iedn hoiz hundert tsimern in iedn tsimer tsvantsig betn, un der kadojes zol im varfn fun ein bet inem tsveitn. 
Que tenga cien casas, en cada casa cien cuartos, en cada cuarto veinte camas, y que las convulsiones lo arrojen de cama en cama.

Zol Gots broje arain in zain pekele tsores. 
Que entre en la bendición de Dios, pero en su 
paquetito de desgracias.

Got zol im helfn vi a toitn, bankes. 
Que Dios lo ayude como las ventosas a un muerto.

Lebn zol er vi a tsibele, mitn kop in der erd. 
Que viva como una cebolla, con la cabeza enterrada.

Zost farshlinguen a shirem vos zol sij efenen in boij. 
Que se trague un paraguas y se le abra en el vientre.

Zost esn vi a ferd un cacn vi a feiguele. 
Que coma como un caballo y cague como un pajarito.

Zoln Maine sonim hobn kretser in hintn. 
Que mis enemigos tengan granos en el culo.

Texto publicado en Algarabía 72.

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La lengua más feliz

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Si consideramos que el lenguaje es reflejo de la sociedad, cualquiera pensaría que con todas las malas noticias que recibimos a diario, no sólo en México, sino en todo el mundo, las palabras que usamos y el lenguaje en general se inclinarían hacia lo negativo. Sin embargo, estudios recientes confirman que el ser humano tiende a buscar el lado positivo a las cosas, incluso cuando se comunica.

En 1969 los psicólogos Jerry Boucher y Charles Osgood postularon la hipótesis Pollyanna, que señala una tendencia universal positiva en la comunicación humana, es decir, que entre toda la variedad de palabras que usamos elegimos las positivas por encima de las negativas. Entre otras cosas, los psicólogos argumentan que el ser humano tiende a buscar el lado bueno de la vida, habla de ello y lo refleja en el lenguaje. Hay quienes han atacado esta teoría, quienes la han defendido y otros que han preferido ponerla a prueba.

Recientemente, Peter Dodds, director del Centro de Sistemas Complejos de la Universidad de Vermont, y su equipo, realizaron un estudio a más de 100 mil palabras tomadas de diez idiomas: español, inglés, francés, alemán, portugués brasileño, coreano, chino, ruso, indonesio, y arábigo. Fueron 10 mil palabras de cada idioma que, a su vez, se dividieron en 24 córpora según sus fuentes.

Tras la selección de conjuntos se le pagó a un grupo de 50 hablantes nativos de cada lengua para calificar las palabras que más se repiten en una escala del 1 al 9, considerando 1 lo más negativo o triste, 5 lo neutral y 9 lo más positivo o feliz. El resultado confirmó la hipótesis Pollyanna y mostró una tendencia positiva universal en el lenguaje, de la que ¡el español de México obtuvo los resultados más altos!

Con las palabras obtenidas de este estudio se desarrolló el «hedonómetro»; un software para medir la positividad o negatividad de algunas obras. Los investigadores hicieron una selección de novelas entre las que se encuentran Don Quijote, Anna Karenina, El conde de Montecristo y la saga completa de Harry Potter. Tomaron 20 minutos de lectura de cada una y los resultados arrojaron que obras como Moby Dick son de las «más felices», Crimen y castigo está en la media y El Conde de Montecristo es de las «menos felices».

Para algunos lingüistas y psicólogos este estudio abre un nuevo campo de posibilidades de análisis de la conducta humana por medio del lenguaje; sin embargo, para otros aún quedan dudas al respecto y consideran que esta investigación tiene una falla de origen. Se trata de lo que los especialistas llaman sesgo de aquiescencia: una tendencia del ser humano
a puntuar alto en las encuestas. Quizá lo que se está considerando como una tendencia universal en realidad sea un sesgo experimental con «buenas intenciones».

Palabras-positivas-y-negativas

Texto publicado en Algarabía 130.

Sin traducción

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Las palabras nos enamoran, nos encantan, nos obsesionan… no importa si son en español, inglés, portugués, francés, náhuatl o cualquier lengua, amamos todos los vocablos.

En esta ocasión, Pilar Montes de Oca y Karla Kobach nos comparten una gran lista de palabras de otros idiomas que, sin bien no tienen una traducción exacta al español, las podemos incorporar a nuestro lenguaje.


 

Las canciones que escucharemos durante el programa son:
– «Tu gurú», de Miranda!
– «La pipa de la paz», de Aterciopelados
– «Paparazzi», de Lady Gaga
– «Underground», de Tom Waits

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¿Cuál es el acento diacrítico?

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En la escritura, cada una de las palabras y oraciones tienen un sentido, un significado, una intención. Es como el cuerpo humano: ninguno de sus órganos sobra; quizá unos tengan funciones mucho más visibles o de mayor peso, pero todos participan para mantener con vida al individuo.

Lo mismo ocurre con los elementos de la escritura, y uno esencial que le permite «movilidad» es el acento diacrítico. ¿Por qué «movilidad»? Porque gracias a este tipo de acento el mensaje no se queda «estancado», se evitan confusiones o malas interpretaciones en lo que se quiere transmitir y se consigue entablar una conversación.

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A grandes rasgos, el acento ortográfico es el más común
 y conocido por todos: es la rayita oblicua [´] que indica la sílaba con tilde que debe ser pronunciada de una forma diferente a las otras sílabas. Por ejemplo: página, acción, fácil. El prosódico, en cambio, es el tipo de acento que no se marca con ninguna tilde, pero que sí indica dónde recae el acento en una palabra al pronunciarla: edificio —recae en la i—, reloj —recae en la o.

En esta categoría entran las palabras monosílabas, que por regla sabemos que no se tildan.

En cuanto al acento diacrítico —también llamado tilde diacrítica—, podríamos decir que es la clave que nos permite decodificar correctamente el sentido de lo que se expresa; es decir, este tipo de acento sirve para diferenciar aquellas palabras que se escriben de la misma forma, pero que tienen significados distintos.

Para entender a qué nos referimos, en el siguiente cuadro hay varios ejemplos de su uso y función:

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Casos especiales

Pronombres demostrativos: se acentúan cuando sustituyen al nombre o cosa mencionada, pero cuando lo tienen inmediato no es necesario: Este periódico es de hoy; éste, de ayer. ―Eso, esto y aquello nunca se acentúan porque no tienen contraparte.

Sólo y solo: se acentúa cuando es un adverbio y equivale a «únicamente»; no se acentúa cuando es un adjetivo ―de soledad―: Enrique vino solo al café… vino sólo para hacer las paces contigo.

Nota:

A partir de la nueva edición de la Ortografía de la lengua española se recomendó no acentuar los pronombres demostrativos —éste, ésta, aquél, ése, etcétera— ni tampoco el adverbio sólo. Sin embargo, no es una regla que deba utilizarse a fuerza sino a criterio de cada quien. Por ello, en Algarabía decidimos continuar utilizando el acento diacrítico en estos casos.

Texto publicado en Algarabía 125.

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Los reyes de la confusión

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El bonito carácter de los parónimos nos hace pasar malos ratos si solemos equivocarnos con el uso de las palabras, y peor aún, cuando nos encontramos con este fenómeno. Y bueno, para tratar de salir del apuro, el siguiente abecé queda para todos ustedes.

apóstrofe

Figura que consiste en cortar el hilo del discurso o narración ya sea para dirigir la palabra con vehemencia a una o más personas presentes o ausentes, a seres abstractos o cosas inanimadas, y para dirigírsela a sí mismo en iguales términos.

apóstrofo

Signo ortográfico (’) que indica la elisión de una vocal en fin de palabra cuando la siguiente empieza por letra de igual clase.

bojiganga

Compañía de farsantes que en lo la antigüedad representaban comedias y autos en los pueblos pequeños.

mojiganga

Fiesta pública que se hace con disfraces ridículos, especialmente figuras de animales. || Obra dramática muy breve para hacer reír. || Cualquier cosa ridícula con que parece que uno se burla de otro.

cadencia

Serie de sonidos o movimientos que se suceden con regularidad o medida. || Distribución proporcionada de los acentos, pausas, etcétera, en la prosa y en el verso. || En la danza, es la medida del sonido que regla el movimiento del que baila.|| Conformidad de los pasos del que baila con esta medida.

candencia

Calidad de candente.

dobles

Plural de doble. Que es dos veces la cantidad, número o tamaño de cierta cosa. || Que está formado por dos elementos o se repite dos veces.

doblez

Parte que se dobla o pliega en una cosa.

especia

Droga aromática usada como condimento —clavo, pimienta, vainilla, canela, etcétera.

especie

Conjunto de personas o de cosas semejantes entre sí por tener una o varias características comunes.

fluctuoso

Qué fluctúa.

fructuoso

Que da fruto o utilidad.

gaseoso

Que se halla en estado de gas.

caseoso

Relativo o perteneciente al queso.

henchir

Llenar o hacer que un espacio vacío quede lleno.

hinchar

Aumentar el tamaño o volumen de un cuerpo al llenar su interior con un gas u otra sustancia.

incipiente

Que empieza a desarrollarse, especialmente si es con fuerza y energía.

insipiente

Falto de sabiduría o de juicio.

júbilo

Alegría grande que se manifiesta exteriormente, con gestos.

jubilo

Conjugación del verbo jubilar en 1a persona del singular del presente indicativo del verbo jubilar.

kilo

Voz que, con la significación de mil, tiene uso como prefijo de vocablos compuestos. || Unidad patrón de masa.

quilo

Líquido blanco, espeso y con gran cantidad de grasa, procedente de la transformación del quimo a su paso por el intestino delgado, y que luego pasa a la sangre.

lenguas

Plural de lengua. Órgano muscular. || Sistema de signos orales y escritos que se utilizan para comunicarse.

lenguaz

Que habla mucho con necedad.

macetero

Soporte o recipiente que sirve para colocar macetas con plantas.

masetero

Músculo situado en la parte posterior de cada mejilla que sirve para elevar la mandíbula inferior y poder masticar.

Nobel

Químico sueco, inventor de la dinamita y creador de los premios que llevan su nombre.

novel

Se aplica a la persona que lleva poco tiempo realizando una actividad y le falta experiencia.

oceánico

Perteneciente o relativo al océano.

osiánico

Perteneciente o relativo a Osián, bardo escocés del siglo iii, y a las poesías que se le atribuyen.

prever

Conocer o suponer por medio de señales una cosa que va a ocurrir.

proveer

Proporcionar a alguien lo necesario para un fin determinado.

quisquilloso

Se aplica a la persona que se molesta o se enfada frecuentemente por cosas poco importantes.

cosquilloso

Que siente mucho las cosquillas.

ratificar

Aprobar y confirmar la validez de algo dicho o hecho antes, generalmente una creencia u opinión.

rectificar

Corregir, enmendar o perfeccionar una cosa ya dicha o hecha.

sábana

Pieza de tela fina que se pone en la cama acompañada de otra igual o parecida; una pieza sirve para cubrir el colchón y la otra para cubrirse.

sabana

Llanura extensa característica de las regiones con clima tropical de África, América del Sur y el noroeste de Australia, cuya vegetación está compuesta principalmente por arbustos, hierbas altas y árboles aislados.

tasa

Precio puesto por la autoridad a las mercancías.

taza

Recipiente pequeño provisto de un asa, que es más ancho que alto y se usa generalmente para tomar ciertas bebidas.

ungulado

Se dice del mamífero que tiene casco o pezuña.

angulado

Que tiene ángulos.

víscera

Entraña del hombre o de los animales.

visera

Ala pequeña que tienen por delante las gorras.

xi

Decimocuarta letra del alfabeto griego (Ξ, ξ), que corresponde a la x del latino.

Adverbio que expresa afirmación.

yaca

Guanábano.

llaca

Especie de zarigüeya de Chile y la Argentina, de pelaje ceniciento, con una mancha negra sobre cada ojo.

zigzag

Línea que en su desarrollo forma ángulos alternativos, entrantes y salientes.

zis, zas

Voces onomatopéyicas para imitar el sonido repetido de un golpe.

Chabacano: ¿español de trapo?

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No me refiero a ese fruto, primo del durazno, pequeño, de origen chino y textura aterciopelada; ni tampoco a la estación donde cruzan las líneas 2, 8 y 9 del metro de la Ciudad de México. Hablo de una lengua que los estudiosos han llamado «criolla», derivada de la combinación del español con los recursos gramaticales de lenguas filipinas distintas, como el tagalo y el cebuano. Algo así, como un «español filipino», poco comprensible para los hispanoparlantes.

Al igual que otras lenguas criollas —el criollo de Haití frente al francés, el criollo de Cabo Verde frente al portugués, el criollo de Suriname y Nigeria frente al inglés—, el chabacano ha sido considerado como una versión informal —en este caso, del español—, o bien, como el resultado de la incapacidad de las poblaciones subyugadas de aprender la lengua dominante. Por tanto, continuamente se le refiere de forma despectiva, con expresiones como: «español de trapo», «lengua de tienda» o «español machacado». De hecho, la palabra chabacano proviene del adjetivo homónimo cuyo significado es «vulgar» o «de poco valor».

Esta lengua se utiliza sobre todo al sur de Filipinas, en Zamboanga —la ciudad latina de Asia—, y se trata del idioma oficial de Malasia. Su origen se remonta al siglo xvii y se conformó a partir de la mezcla del idioma de novohispanos, filipinos y el español de los capataces; según el censo demográfico del año 2000, hoy es hablada por 607 200 personas. Aunque, por la cantidad de hablantes, esta lengua está aún lejos de extinguirse, el país ha hecho importantes esfuerzos por preservarla e impulsarla: por ejemplo, a partir de la promoción de las letras impresas para la existencia de una ortografía definida, planes de estudio que incluyen la enseñanza del chabacano, difusión por radio y televisión, etcétera.

Finalmente, para comprobar, como dicen orgullosos los hablantes de esta lengua, «que el chabacano no es un español simplificado, sino que el español es un chabacano complicado», aquí algunas de sus características:

  • Comparte 60% del vocabulario del español.
  • Usan todos los pronombres utilizados en español con algunas variaciones.
  • En general, como muchas otras lenguas criollas, en chabacano no se hace uso del género gramatical.
  • No utiliza los verbos ser y estar del español. En chabacano: «¿Cosa tu nombre?» significa «¿Cuál es tu nombre?»

Una muestra de la cantante Maldita —ése es su nombre— y una de sus canciones, para que practique usted su chabacano:

Verbos de régimen preposicional

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Los verbos prepositivos, también llamados de régimen preposicional, son aquellos que se construyen forzosamente con una preposición. De tal manera que si ésta se suprime la significación del verbo resulta afectada.

Por ejemplo, en «acabó con su fortuna», acabó con denota la idea de «consumir»; mientras que en «acabó la lectura», el verbo acabó significa «concluir».

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De esta forma, en una oración 
el complemento de estos verbos se introduce mediante la preposición. Por ejemplo, en «Él habla de llegar temprano», llegar temprano es el completo de régimen prepositivo del verbo habla de.

En nuestra lengua existe una amplia lista de verbos que se conforman de esta manera.

Para identificar si un verbo es preposicional, podemos realizar la siguiente prueba: convierta una oración en pregunta, y
 si en ella se incluye la preposición, el verbo, obviamente,
es preposicional. Por ejemplo, cuando convertimos en interrogativo el enunciado «María se casó con Pablo», preguntaríamos: «¿Con quién se casó María?». Entonces vemos que para elaborar la pregunta forzosamente necesitamos recuperar la preposición con. Por lo que el verbo casarse es, entonces, preposicional.

A continuación les adjuntamos esta lista con algunos de los verbos preposicionales más comunes, y su construcción canónica:

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Los verbos y los pronombres tienen un uso frecuente en nuestro idioma, así que no es nada raro que se junten para construir nuevos significados o formas de hablar.

En primer lugar, ¿por qué quieren hacernos reflexionar estos verbos? ¿O qué es lo que reflejan?

Su origen etimológico lo podemos encontrar en el latín: de re-, ‘atrás’, y flectere, ‘doblar, torcer’. Los verbos reflexivos siempre van acompañados de un pronombre, ya sea delante de ellos
o unido al final.

Son verbos cuya acción recae en el mismo sujeto, sea persona o cosa, e incluso en el pronombre personal.

La forma propiamente reflexiva o refleja es aquella en la que el sujeto es al mismo tiempo objeto de la acción, tanto si está representado por un complemento directo como por uno indirecto: me lavo, me cambio, etcétera.

En nuestro idioma usamos muchísimo la forma reflexiva en varios tipos de acciones, por ejemplo:

  • En verbos de movimiento: irse, salirse.
  • En verbos de estado: quedarse, callarse.
  • En incoativos —aquellos que indican el comienzo de una acción o el paso a un estado determinado—: adormecerse, enriquecerse.

Formas de «reflejarse»

Ahora vayamos a lo práctico.

En las formas del infinitivo, los verbos reflexivos van acompañados de la partícula se, como en despertarse, lavarse o ponerse. Esta forma se convierte en el pronombre que permite la conjugación de la siguiente manera: 


[Yo] me lavo 


[Usted] se lava 


[Él/Ella] se lava 


[Nosotros] nos lavamos 


[Ustedes] se lavan


[Ellos/Ellas] se lavan 


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Así, lo pronombres reflexivos se colocan antes del verbo en los siguientes tiempos verbales: 


Presente de indicativo: Me acuesto muy temprano todos los días. 

Pretérito indefinido: Mis tíos se perdieron en el bosque.
Imperativo negativo: No te vayas, amor mío. 
Por otra parte, cuando estos pronombres se encuentran después del verbo, siempre estarán unidos a él
Gerundio: Voy a estar parándome 
cada vez que vea pasar un tren.
Infinitivo: Voy a comprarme el vestido que quiero.

Otro fenómeno que ocurre con la forma reflexiva es que en algunos casos puede cambiar el significado del verbo, por ejemplo: despedir y despedirse o quedar y quedarse.

Lista reflexiva

Por último, le presentamos una lista de verbos reflexivos agrupados por su uso:

acciones del agente hacia sí mismo: acostarse, bañarse, cepillarse, ducharse, estirarse, lavarse, levantarse, llamarse, maquillarse, mirarse, peinarse, ponerse [los zapatos], quitarse [los zapatos], rascarse, secarse, sentarse, vestirse.

acciones recíprocas [el uno al otro]: amarse, conocerse, pelearse, encontrarse [con alguien].

acciones no deliberadas: caerse, confundirse, romperse, olvidarse, perderse.

un cambio de condición física: acercarse [a], alejarse [de], bajarse [de], callarse, cansarse, curarse, despertarse, dormirse, enfermarse, mojarse, moverse, mudarse [de casa], subirse [a], morirse.

un cambio de condición social: casarse [con], divorciarse [de], empobrecerse, enriquecerse, graduarse [de].

un cambio de percepción: acordarse [de], acostumbrarse [a], asegurarse [de], darse cuenta [de], enterarse [de], interesarse [por], fijarse [en], olvidarse [de].

un cambio de estado o reacción emocional: aburrirse, alegrarse [de], asustarse, avergonzarse, calmarse, cansarse [de], divertirse, enamorarse [de], enfurecerse, enloquecerse, enojarse, enorgullecerse, entristecerse, preocuparse [de], tranquilizarse.

algunos verbos cambian de significado con el pronombre reflexivo: despedir vs despedirse, dirigir vs dirigirse [a], encontrar vs encontrarse [con], ir [a] vs irse [de], llevar vs llevarse bien/mal [con], meter vs meterse [con], parecer vs parecerse [a].

algunos verbos siempre son reflexivos: acordarse [de], apropiarse [de], arrepentirse [de], atreverse [a], equivocarse, esforzarse, jactarse [de], quejarse [de], rebelarse, suicidarse

Para conocer más de estos verbos –entre otros temas de curioso interés–consulten Algarabía 117 [http://algarabia.com/117/no-hay-droga-mas-fuerte-que-el-amor/]

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Calígula y sus botitas: La adaptación de la lengua

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Uno de esos procesos para acoplar el idioma a sus usuarios es la derivación, mediante la cual se añaden sentidos nuevos a una palabra con la «simple» adición de un sufijo —elemento que se pega después de la raíz.

Con frecuencia, varios sufijos comparten un mismo matiz. Así sucede con los sufijos del español –ito, –illo, –uelo, que expresan una idea diminutiva1 En ocasiones, también expresan un matiz despectivo, en especial los dos últimos: hombrecillo, mujerzuela, etcétera. respecto a la palabra de origen: carro, carrito; chico, chiquillo, chicuelo; plaza, plazuela. Hay palabras formadas con estos sufijos diminutivos que ya se han desligado de su sentido «empequeñecedor», cobrando vida propia: bolsillo —derivado de bolso—, señorita —derivado de señora—, Venezuela —«la pequeña Venecia», etcétera.

El español mexicano hace uso frecuente del sufijo diminutivo en expresiones como «ahorita lo traigo», «al ratito nos vemos», «¿nos tomamos un cafecito?», «¡ya merito ganábamos!». Y, aunque a veces no sea tan sencillo explicar el sentido diminutivo en las expresiones que aparecen, sí nos es posible reconocer el sufijo –ito.

Al respecto, vean el romanceamiento de la lengua.

Nuestra lengua tiene también otro sufijo que forma diminutivos: –(c)ulus, –(c)ula, –(c)ulum; cuyo origen es el latín. Al pasar al español, muchas de las palabras derivadas de este sufijo fueron perdiendo su matiz diminutivo, que ahora es casi imperceptible para el hablante no especializado en asuntos lingüísticos. Conozcamos algunas de ellas.

La interacción con otras lenguas, la influencia de la moda, e incluso de idiosincrasias individuales, son aspectos que modifican las lenguas constantemente.

Podemos iniciar nuestro recorrido con los vocablos que, por tener como primer elemento una palabra conocida en español y, a sabiendas de que este sufijo suele formar diminutivos, pueden deducirse con un poco de atención, como: glóbulo, de globus, «globo, bola»; partícula, de pars, partis, «parte, porción»; versículo, de versus, «surco», «línea de escritura»; montículo, de mons, montis, «monte».

Hay otros que también son de uso común, aunque su deducción semántica se vuelve más compleja, como músculo, de mus, «ratón» —como si un ratoncito se escondiera bajo el bíceps—. En latín, caja se dice capsa, ¿qué será entonces una cápsula, sino una «cajita»? La cánula que usan los médicos es una delgada «caña» —canna—; la célula es una pequeña «celda» —cella—; una retícula es una «redecilla» —rete, «red»—; un homúnculo es un «hombre» —de homo— pequeño en cuanto a su tamaño, como los duendes, o en cuanto a su insignificancia.

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Palabra diminutiva es también el sobrenombre de un emperador romano, Cayo Julio César Augusto Germánico2 Además, homónimo del célebre general romano conquistador de las Galias., hijo de Germánico. Calígula, según refiere Suetonio, es un apelativo que cariñosamente le dieron los soldados de su padre que, desde muy pequeño, lo vieron conviviendo con ellos en el campo militar y calzando, como ellos, sus caligae, una especie de bota militar.

¿Había imaginado que los escrúpulos fueran algo así como piedras en el zapato o que el corazón tuviera orejitas y pequeños vientres? ¿O que Calígula, cuyo nombre remite a una época de desenfreno, significara tiernamente «botitas»?

Éstas son las sorpresas y hallazgos que nos deparan las etimologías, de las que hemos mostrado sólo algunos ejemplos relacionados con las muchas palabras que poseen estos sufijos latinos. Seguramente ya habrán pensado en una o varias de uso común en su área profesional o en la vida cotidiana y, quizá, ya podrán entender, de otra manera, qué es un círculo, una partícula o un óvulo.

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